ANCIANIDAD

96. ANCIANIDAD

LA mentalidad horizontalista mide el progreso de un país según la cantidad de años que vivan sus habitantes. En Europa la media de longevidad resulta muy alta (debido, entre otras cosas, a que en esa estadística no se contabilizan los niños abortados antes de nacer). Otras estadísticas dicen que cada europeo medio ve unas cuatro horas de televisión cada día. Es decir, que si uno de esos europeos longevos llega a los ochenta años habrá invertido -siempre según lo que indican las estadísticas- nada menos que 13,15 años delante de un televisor. Y ahora plantearé una pregunta incómoda: ¿qué clase de vida se vive mientras se ve la televisión? Esa vida ni es vigilia ni es sueño. Es una especie de hemodiálisis mental durante la cual la libertad individual queda en suspenso y  en la que incluso los sueños son orientados por personas ajenas al propio interesado. Está claro que a lo largo de esos 13,15 años el cuerpo madura, se desgasta y envejece. Pero ¿qué pasa con el alma?. ¿Y si resulta que nuestro europeo medio octogenario no tiene al final 80 años de vida sino sólo 67? Son las paradojas del progreso científico que hacen que uno se pregunte si para ese viaje hacían falta aquellas alforjas. Por un lado la ciencia médica nos procura una vida media de 80 años. Por otro la ciencia del entretenimiento se encarga de desperdiciar esos años ganados a la hermana muerte. Al final la partida queda en tablas. Y todo porque nos hemos fijado más en la cantidad que en la calidad. Y todo porque nos preocupa más llegar a viejos que SALVARNOS.

F. Javier Garisoain