TALANTE

92. TALANTE

LA palabra talante es un galicismo cuyo origen remoto está en el latín “talento”. Es curioso que haya llegado a significar lo contrario. Porque talento es lo que realmente se vale, y talante cómo se aparece. El talento es el fondo, el talante es la forma, el modo. El talento es el mensaje, el talante no es más que la voz del mensajero. Hubo una vez un político que puso de moda la palabreja como si fuera un lema. Y no se daba cuenta -o si- que decir talante es lo mismo que “mostrar agüero” o “tener cara”. “La mala cara, el mal agüero y el mal talante también existen” -le dijo un asesor al político de moda-. Pero él sólo sonreía. Sonreía iluminado mientras posaba para la fotografía de la historia. “Ponga un talante en su vida” -decían- y como el guante blanco de los ladrones de lujo, como el filtro que todo lo suaviza, como la careta amable del hipócrita, el talante se fue extendiendo para arrinconar al talento. Yo pensaba entonces que si una palabra tan fácil de entender y tan evidente se manipula de este modo ¿qué no harán con palabras más difíciles? ¿qué dirán de Dios? ¿qué dirán de amor? ¿y qué de matrimonio? ¿enseñarán a partir de ahora en los colegios que la forma es más importante que el fondo? ¿llegarán a convencernos de que la guerra es la paz? ¿que el agua es el fuego? La cosa tiene mucha miga porque si seguimos esta corriente, al final, cuando nos pregunten a cada uno “¿prefieres parecer más tonto de lo que eres, o ser más tonto de lo que pareces?” elegiremos sin dudar la segunda OPCION.

F. Javier Garisoain