INDIVIDUALISMO

91. INDIVIDUALISMO

MI abuelo solía utilizar el término “individuo” cuando quería referirse a una persona de mala índole. Y pienso que hacía bien en aplicar dicho vocablo porque con él localizaba un problema personal al tiempo que -mediante un lenguaje adecuado- se desahogaba con un insulto refinado. Llamar individuo a un ser humano es como decirle animal, o mamífero. Es como llamar ruido a la música. Es como llamar alimento a una cena de gala. Es un insulto porque es una media verdad. Y es un insulto que fundamenta las ideologías individualistas que inspiran las leyes de este Occidente enfermo. El individualismo encarcela virtualmente a cada persona desvinculándola de todas sus relaciones. El individualismo prescinde del ser humano real que además de ser individuo es hijo, hermano, padre, madre, conyuge, primo, amigo, socio, vecino, miembro, afiliado, proselito, feligrés y voluntario. El individualismo nos deja solos ante el peligro de un Estado cada vez más omnipresente. El individualismo no quiere mas que ciudadanos individuales, votantes anónimos, consumidores solitarios. No quiere matrimonios, no quiere familias, no quiere cuerpos intermedios, no quiere soberanía social, no quiere sociedades, no quiere excepciones, no quiere votos colectivos, no quiere pueblo, no quiere democracia. El individualismo nos quiere a todos divorciados, apartados, singulares, partidos, enfrentados, separados. Nos quiere así porque no nos quiere. Quien de verdad nos quiere no nos quiere ASÍ.

Javier Garisoain