ORDEN

86. ORDEN

NO sería más ordenado un río si se le suprimieran por decreto los meandros. Ni más ordenada una cordillera si se igualaran un día todos sus picos. Un desfile de soldados marcha tan en orden como una reunión familiar en la que se canta el "cumpleañosfeliz" sin que lo exija la ordenanza. Una cosa es el orden y otra la apariencia de orden. Una cosa es el orden en las matemáticas y en la geometría y otra cosa es el orden en la vida. Lo que exige el orden de las cosas es que al lanzar los dados pueda quedar hacia arriba cualquier número. A veces, cuando nos vemos pequeños e inseguros, el mundo nos parece caótico y confundimos lo desordenado con lo inabarcable. Nace entonces en nosotros una especie de deseo verdaderamente desordenado que consiste en ordenarlo todo según nuestro capricho. Pero así no conseguimos nada. Si por casualidad "ordenamos" una pequeña parte del cosmos hay otra parte que por nuestra culpa se desordena. Tiramos de la manta para abrigarnos ordenadamente y destapamos al vecino. Creamos riqueza aquí y hambre allí. Limpieza en nuestra calle y un cementerio radioactivo más allá. Atiborrados como estamos del espíritu antiecológico del progreso y la tecnología consideramos sin razón que hay más orden en una farola que en un árbol. Y nunca pensamos en la cantidad de árboles que fueron sacrificados para levantar esa farola. El orden de las cosas es un bien más profundo que ese nuevo orden mundial con que pretenden tranquilizarnos. El orden de las cosas que incluye la justicia de dar a cada uno lo suyo. Ése es el IMPORTANTE.

F. Javier Garisoain