INMIGRACIÓN

35. INMIGRACIÓN

LA Constitución española dice que da lo mismo ser moro que cristiano. Bueno, en realidad no dice nada sobre esta cuestión pero yo me siento un poco inconstitucional pensando lo que pienso. Algunos creen que si no miras algo ese algo deja de existir. O que si la ley no menciona alguna cosa esa cosa ya no existe. Estos pensamientos pueden ser tan relajantes como los de un hombre soñador momentos antes de empotrarse contra un muro. Lo siento. Debo decir que los muros existen. Los muros... y los moros. Los apóstatas postcristianos dicen que lo toleran todo, que lo soportan todo, que les da igual todo con tal que sea bueno para los indicadores económicos. Pero hete aquí (me encanta poder decir “hete” y que se me entienda) que un día descubrimos que existe una forma islámica de entender la vida. Y se encuentran nuestros perfectos tolerantes con unas cuantas “rarezas” difíciles de integrar en aquellos inmigrantes islámicos que han ido tolerando imprudentemente: poligamia simultánea, confusión integrista entre religión y política, tratamiento distinto (peor) a la mujer, etc. Y entonces es cuando empiezan a echar de menos -aunque no lo digan- el matrimonio católico, la doctrina sensatísima de la Iglesia, o la dignidad sublime de la mujer cristiana.  Por eso yo me pregunto con la mayor ingenuidad del mundo y con el mayor respeto tanto a muros como a moros. ¿Es que da igual cualquier clase de inmigración? ¿No será mejor que los que vengan nos hablen en cristiano en vez de que nos confundan con su ALGARABIA*?

F. Javier Garisoain

* De “al-harabiya”, lengua árabe.