MODA

34. MODA

A mi no me molesta la moda en sí misma por más que nos animalice un poco al quitarnos esa clase de libertad que llamamos originalidad. No me molesta porque contiene en sus fórmulas caprichosas todas las ventajas de los caminos ya andados. Nos releva de la obligación de pensarlo todo, nos ayuda a elegir, nos libera de terribles dudas estéticas y nos sostiene en medio de la batalla cruel de los gustos. Lo que no me agrada de las modas modernas es que pasen tan fugazmente de moda. Viendo esta aceleración trepidante con un poco de perspectiva se diría que la moda actual consiste en una rapidísima sucesión de volantazos estéticos. Las modas del siglo XXI pasan como una carrera de locos imponiendo modelos cuya estética está desfasada mucho antes de caducar materialmente. A veces hay submodas tan fugaces que necesitan vender productos envejecidos artificialmente. ¡Cuánta ropa resulta ridícula antes de parecer usada! Pero lo mismo sucede con los coches, que se quedan anticuados antes de precisar un cambio de aceite. Y lo mismo con los muebles, y con los bloques de viviendas que a los cinco años escasos ya parecen terriblemente orteras, y hasta con las plazas y el mobiliario urbano, acusadores insolentes de alcaldes que se creyeron progres. Estas pequeñas modas son como las olas de un mar encrespado. Se imitan unas a otras y se van y vuelven cada seis meses con idénticos ademanes. Hacen borrón y cuenta vieja porque no soportan lo definitivo. Son tan absurdos y tristes como los tatuajes reversibles, o como el DIVORCIO.

F. Javier Garisoain