MILAGROS

83. MILAGROS

NO se qué resulta más milagroso: si la fe en los milagros o la fe en su inexistencia. Y sin embargo existe un milagro que nadie explica. Un milagro patente, grandioso, tremendo, que no necesita testigos, ni demostración, ni experimentos. Me refiero a la misma existencia de un Universo que “es” cuando podía “no ser”. Si uno acepta con naturalidad ese milagro original qué es la creación de la nada de todas las cosas ¿qué es lo que le impide creer que pueda repetirse en cualquier instante aún cuando sea de forma parcial? Si uno reconoce que hay un elefante ¿por qué no va a creer que ha surgido un pelo en el elefante que ha reconocido? Yo creo que en el fondo milagros son todas las cosas que pasan. Algunas se mueven como las cartas del prestidigitador y por eso nos sorprenden más. Las otras suceden a una velocidad que llamamos normal, circunstancia que de ningún modo las hace explicables. Lo inexplicable no es la velocidad ni la normalidad ni la frecuencia con que ocurren los milagros sino la misma existencia de todo lo que podríamos concretar diciendo: “las cosas pasan”. Lo misterioso es que a veces llueve y que las plantas crecen y que los perros ladran. La miopía de las explicaciones progresistas, positivistas, evolucionistas y materialistas presuntamente científicas se empeña en describir detalles tontos y superficiales de las cosas. Se da aires de grandeza y no es mas que un niño que cuenta las piececitas de su colección. Se cree un dios pero tiene miedo a la verdad y por eso deja siempre cerrada a sus espaldas una puerta que no se atreve a ABRIR.

F. Javier Garisoain